lunes, 12 de octubre de 2015

Derecho Laboral: de la esclavitud a la creación de la OIT - ILO

El trabajo que predominó en la Edad Antigua fue bajo la forma de esclavitud, donde quien lo realizaba no era una persona sino un ser humano, objeto de derecho, carente de los mismos, y proporcionaba un alto grado de rédito económico, ya que no se remuneraba, pues el esclavo trabajaba para su dueño, que había invertido dinero en su compra, o había fructificado de una esclava suya. Esta forma persistió hasta el siglo XIX.
El trabajo en la historia

Había algunos trabajos en esta etapa que eran más prestigiosos que otros, como el de los escribas en Egipto, o los escultores o constructores de templos, cuyas actividades estuvieron protegidas en el Código de Hammurabi.
Las actividades agrícolas si bien fueron fundamentales para la economía antigua y medieval, no colocaron a quienes las ejercían en un lugar de privilegio, sino más bien era considerada como una actividad que sustentaba a las clases más calificadas. Así, en la Edad Media, existía una distribución de funciones entre quienes peleaban para salvaguardar a todo el reino en su defensa (los nobles) los que rezaban para el bien de todos (el clero) y los que trabajaban para todos (los campesinos) que alimentaban a aquellos que no producían.
En la etapa medieval el trabajo estaba a cargo de los vasallos, siendo los siervos de la gleba, los últimos de la cadena, que estaban tan unidos a la tierra que trabajaban, que se vendían junto a ella. Las actividades independientes se reglaban a través de los gremios.
En la Edad Moderna, cobró auge la actividad comercial, con las nuevas tecnologías que dieron origen al despegue industrial, y al nacimiento del capitalismo. Junto al trabajo asalariado, y a la Revolución Industrial, creció la explotación de los trabajadores fabriles, sin leyes protectoras, por lo que sus condiciones de trabajo eran insalubres, sin protección de la maternidad, ni de la familia, ni del trabajo de menores; sin descansos y con jornadas laborales agotadoras.

Es a partir de esta inequidad, y como reacción a ella, que comenzó a gestarse el Derecho laboral. El socialismo denunció los abusos contra los trabajadores, promoviendo la abolición de la propiedad privada de los medios productivos. Carlos Marx y Federico Engels en su “Manifiesto comunista” de 1848, realizan una denuncia al trabajo de la sociedad capitalista, que produciría la alienación del trabajador. La revolución rusa de 1918 dictó la “Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado”.

La Primera Guerra Mundial exigió la existencia de trabajadores en las fábricas de armamentos, donde se les otorgó ciertas concesiones. 

Al firmarse el Tratado de Versalles en 1919 como culminación de esta contienda mundial, se creo la O.I.T. (Organización Internacional del Trabajo).

La Constitución de México de 1917, y la de Weimar, en 1919 en Alemania proclamaron los derechos sociales. 

En América Latina los primeros países en incorporar la protección legal de los trabajadores fueron Uruguay (1934) y Cuba (1940).


El trabajo en la historia | La guía de Derecho http://derecho.laguia2000.com/derecho-laboral/el-trabajo-en-la-historia#ixzz3oOHouvT3




 La influencia de la Constitución mexicana de 1917 fue clave en la región al institucionalizar al más alto nivel el compromiso del Estado con la protección a los trabajadores. En los años siguientes se promulgaron diversos códigos o leyes laborales: Chile y México (1931), Brasil (1931 a 1943), Venezuela (1936), Ecuador (1938), Bolivia (1939), Costa Rica (1943), Nicaragua (1945), Guatemala y Panamá (1947), Colombia (1950), República Dominicana (1951), Honduras (1959) y Paraguay (1961). Argentina, Cuba y Uruguay promulgaron leyes laborales sin codificarlas. 


Hasta mediados de los años setenta la tendencia garantista continuó a través de reformas que ahondaron la protección en Colombia (1965), Chile (1966-1967), México (1970), Panamá (1971), Venezuela (1973), Perú (1970-1974) y Argentina (1974). 

Fuente OIT

¿Qué es mejor para la economía : estabilidad laboral o flexibilidad del empleo? OIT - ILO


¿El trabajo estable mejora la productividad?, por Peter Auer, Janine Berg e Ibrahim Coulibaly, Revista Internacional del Trabajo, vol. 124/3, OIT

Un artículo reciente de la Revista Internacional del Trabajo */ analiza la relación entre estabilidad y productividad laboral en seis sectores importantes de 13 países europeos. Según los autores, tanto la larga como la corta antigüedad en los empleos pueden causar efectos negativos sobre la productividad. Proponen una política de “movilidad protegida” junto a políticas laborales activas, en busca de medios para combinar flexibilidad y seguridad. OIT EnLínea entrevistó a Peter Auer, coautor del artículo.

OIT EnLínea: ¿Se ha hecho más flexible el empleo en Europa?
Peter Auer: A pesar de la sensación generalizada de un aumento en la inseguridad laboral, la estabilidad continúa siendo una de las características principales de los mercados de trabajo contemporáneos. En 2002, el trabajador promedio alemán permanecía con el mismo empleador durante 10,7 años, el francés 11,3 años, el británico 8,1 años, y el americano durante 6,6 años (datos de 1998).
El país con la permanencia más larga es Grecia, donde el trabajador promedio mantuvo el mismo empleo por 13,2 años, seguido por Japón con 12,2 años e Italia con 12,1 años. El promedio general en Europa es de alrededor 10,5 años durante el período 1992-2002, con una ligera tendencia hacia el aumento. No ha habido ningún cambio dramático en la duración del empleo, el empleo a largo plazo no ha desaparecido, y no hay convergencia alguna hacia el modelo estadounidense de un promedio notoriamente más breve en la duración del empleo.
Sin embargo también hay un aumento de formas flexibles de empleo, en especial en lo que se refiere a trabajos a tiempo parcial. Pero muchos de estos trabajos a tiempo parcial son de hecho trabajos estables, ya que este tipo de contrato se está convirtiendo en una forma regular de empleo en la economía actual, aunque también es cierto que es más frecuente en el caso de las mujeres que en el de los hombres. La observación más relevante es que las relaciones de empleo continúan siendo bastante estables, mientras que la flexibilidad ha aumentado en los márgenes.

OIT EnLínea: ¿Es positiva la estabilidad para las empresas?
Peter Auer: Es muy interesante que el promedio de la duración del empleo continúe siendo bastante estable después de dos décadas de discusiones y defensa de la flexibilidad. Podría demostrar que tanto a los empleadores como a los trabajadores les interesa mantener relaciones de empleo estables. Es muy probable que el interés de las compañías apunte hacia la productividad.

OIT EnLínea: ¿Hay una relación positiva entre estabilidad laboral y productividad?
Peter Auer: Hasta cierto punto. Hemos analizado las diferencias en la relación entre permanencia en el empleo y productividad en los principales países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en tres grupos de trabajadores: los que tenían en el empleo menos de un año, los que tenían más de diez años de antigüedad y aquellos con más de 20. Este análisis muestra que el aumento del porcentaje de trabajadores con una antigüedad muy breve o muy larga tiene efectos negativos en la productividad.

OIT EnLínea: ¿Cuándo deja de ser productiva la antigüedad en el empleo?
Peter Auer: El análisis de los datos de 13 países europeos reveló que la estabilidad laboral tiene un efecto positivo en la productividad por lo menos hasta 13,6 años. Después disminuyen los beneficios del aumento del promedio de antigüedad en la productividad sectorial. Sin embargo, si se consideran los salarios y la productividad, parece haber aún un beneficio en retener a los trabajadores más de 13,6 años, hasta que los salarios sean superiores a la productividad.
Sin embargo, es importante tener presente que estos resultados se basan en el promedio de antigüedad y en el promedio de productividad en seis sectores de 13 países europeos entre 1992 y 2002. Estos datos generales podrían sufrir variaciones por sector o por país, y de manera aún más importante, a nivel individual, por lo cual no es posible afirmar que éste sea el período de tiempo ideal para mantener un trabajador. En otras palabras, aunque pueda existir una “antigüedad óptima”, no es posible determinar su punto exacto.

OIT EnLínea: ¿Porqué la antigüedad podría ser beneficiosa para la productividad?
Peter Auer: Las relaciones de empleo estables inducen a las empresas a formar a sus trabajadores, y la estructura de compensasión hace que los trabajadores permanezcan en la empresa y no eludan el trabajo. Lo cual trae como resultado el aumento de la productividad de los trabajadores y de la producción de la empresa.

OIT EnLínea: ¿Pero también hay un beneficio de la flexibilidad, en particular en los mercados de trabajo sujetos al impacto de la creciente globalización y a la transformación tecnológica?

Peter Auer: Frente a la popularidad actual de la flexibilidad, el núcleo de estabilidad en el empleo que encontramos en Europa es una sorpresa, aunque ya ha sido y es reconocida por muchos estudios nacionales e internacionales. Sin embargo, no negamos que también la flexibilidad es necesaria y beneficiosa, pero el debate sobre la flexibilidad nos ha hecho creer que la flexibilidad y los ajustes veloces entre los trabajos y las empresas son la única respuesta, cuando también existe la posibilidad de ajustes dentro de los trabajos o las empresas mientras se mantiene la relación de empleo. Además, vemos ajustes que son favorecidos por políticas de mercado de trabajo. Es por esto que hoy la búsqueda debe estar orientada hacia el justo balance de fexibilidad, estabilidad y seguridad para adaptarse a los cambios estructurales y a la necesidad de seguridad de los trabajadores.
OIT EnLínea: ¿Porqué el trabajo es de mayor antigüedad en algunos países y de menor en otros?

Peter Auer: Factores culturales, demográficos económicos e institucionales pueden influenciar la antigüedad en el empleo en un país. Mientras la población sea más joven, más bajo será el promedio de permanencia en el empleo, sencillamente porque los jóvenes habrán trabajado menos años. Las diferencias en el crecimiento del Producto Interno Bruto y en las instituciones del mercado de trabajo pueden tener también una influencia considerable en la antigüedad en el trabajo.
La importancia del papel de las instituciones del mercado de trabajo puede ser observada en casos como el de Estados Unidos y Europa, donde la influencia de sindicatos en negociaciones y acuerdos en seguridad laboral puede ser detectada con claridad. En Estados Unidos, por ejemplo, el porcentaje de trabajadores con más de diez años de permanencia en los sectores sindicalizados es de 48 por ciento, más del doble del porcentaje de los sectores que no están sindicalizados, y los promedios europeos están muy cerca. En los países europeos, un factor determinante en la permanencia en los empleos es el grado de protección de la legislación laboral.

OIT EnLínea: ¿Cuáles son los beneficios de la estabilidad laboral en la economía global?
Peter Auer: Las relaciones estables de empleo pueden ayudar a la economía al garantizar un poder adquisitivo estable y creciente y estimular la demanda del consumidor. Sin embargo, las relaciones de larga permanencia en el trabajo no están siempre asociadas con la sensación de seguridad laboral. Japón es un buen ejemplo, ya que una larga antigüedad en el empleo va asociada con una fuerte sensación de inseguridad laboral. Hay muchas causas para explicar esta paradoja: la crisis económica, el redimensionamiento de las empresas, el aumento del desempleo, las noticias en los medios de información, todo afecta la percepción de los trabajadores, incluso los que tienen trabajos a largo plazo.
Si por otro lado se desarrolla un sistema de protección social a través del cual el peso de ser despedido es compartido entre los trabajadores y los empleadores, el efecto negativo de una contracción económica puede ser amortizado. El seguro de desempleo es una de estas instituciones.
Un estudio realizado en los hogares sobre el efecto del seguro de desempleo en el consumo en Estados Unidos encontró que en ausencia del seguro de desempleo, la pérdida del trabajo está asociada con una caída del consumo de 22 por ciento, comparada con una disminución de 6,8 por ciento para los que reciben seguro de desempleo.

OIT EnLínea: ¿Hay entonces un vínculo entre seguridad laboral y protección social?
Peter Auer: Dinamarca es un buen ejemplo de este vínculo. El gasto de este país en políticas de mercado de trabajo es el más alto de la Unión Europea, más del cinco por ciento del PIB. Aunque más de la mitad de esta cifra está destinada a medidas pasivas, el gobierno ha puesto particular énfasis en la participación de los desempleados en medidas activas, una política -apodada “learnfare”. Después de un período en el cual reciben pasivamente los subsidios, los trabajadores desempleados participan en programas de formación y educación para favorecer su adaptación al mercado del trabajo.
La estabilidad laboral es relativamente baja en Dinamarca – 8,3 años en 2001 – y puede ser comparada con la del Reino Unido; pero el mercado de trabajo “asistido” de Dinamarca proporciona un mayor grado de seguridad laboral. En la clasificación de percepción de seguridad laboral de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Dinamarca se situó en el quinto lugar en 1996, y en 2000 en el segundo, entre un total de 17 países. En comparación, el Reino Unido obtuvo el último lugar en ambas clasificaciones.

OIT EnLínea: ¿Cuál es el papel de los interlocutores sociales?
Peter Auer: Nuestro análisis pone un desafío a las posiciones tradicionales de los interlocutores sociales. Los empleadores deberían interesarse no sólo en las relaciones de empleo flexible, sino también en las estables, y los sindicatos no deberían temer mercados de trabajo más flexibles si forman parte de una estructura de “movilidad protegida” que proporciona capacitación para la “empleabilidad” a lo largo de una vida y protección de los ingresos de los trabajadores. En realidad, en términos de empleo y productividad, empleadores y sindicatos tienen más en común de lo que se cree. Este es un buen comienzo para un diálogo social sobre empleo productivo y decente.

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OIT en Linea 

No pretendo imitar a la naturaleza - I do not pretend to imitate nature ......

No pretendo imitar a la naturaleza
Intento encontrar los principios que ella emplea.

I do not pretend to imitate nature
Attempt to find the beginning she used.

R. Bauckminster Fuller

jueves, 1 de octubre de 2015

¿Cómo detectamos las malas intenciones de otra persona?

Early detection of intentional harm in the human amygdala. BRAIN, Accepted. 
Este estudio muestra por primera vez que la amígdala juega un rol crítico en la detección ultrarrápida de la intención de dañar, base del juicio moral y la empatía.


Hesse, E., Mikulan, E., Decety, J., Sigman, M., Garcia, M., Silva, W., Ciraolo, C., Vaucheret, E., Baglivo, F., Huepe-Artigas, D., Lopez, V., Manes, F., Bekinschtein, T. & Ibanez, A.https://www.researchgate.net/publication/282154849_Early_detection_of_intentional_harm_in_the_human_amígdala

La capacidad de identificar si alguien va a cometer (o comete) una acción malintencionada contra otra persona constituye un componente crítico del juicio y la cognición moral. Más importante, detectar a tiempo si otra persona tiene la intención de agredirnos es una habilidad crítica para la supervivencia.
En general juzgamos cuan bueno o malo es un acto dependiendo principalmente de si hay mala intención (ej., la intención de dañar o agredir) que hay en el actor, más que de si el resultado en sí es malo o no. Por ejemplo, consideramos igualmente inadecuado desde el punto de vista moral si:
(a) una persona quiere matar a otra (supongamos para robarle) y lo hace.
(b) quiere matarla pero no logra hacerlo.
Es decir juzgamos las acciones moralmente a partir de la intención de dañar más que del resultado de dicha acción.
En el sistema de derecho penal anglosajón, la intención de dañar (o mala intención) está altamente sobredimensionada al momento de evaluar el daño y sufrimiento de la víctima. En la vida cotidiana, ocurre algo similar, que se conoce como el efecto “intention-magnifies-harm”.
Cuando una persona inflige una acción que desencadena un sufrimiento o agresión en otra persona, si dicha acción es intencional (a propósito), tendemos a considerar el daño o sufrimiento como más doloroso, sentimos más empatía por la víctima y queremos castigar/condenar más al agresor, que cuando la misma agresión no es intencional (ej., si fue causada por accidente).
Los psicópatas, las personas que ejercen acciones de deshumanización, o pacientes con ciertas enfermedades neurológicas que afectan la impulsividad y la desinhibición, tienden a valorar menos la intención de dañar al momento de juzgar moralmente los actos de otras personas.
Los niños pequeños (incluso los infantes) son capaces de distinguir acciones de daño intencional de las de daño accidental.
En resumen: la intención (o la mala intención) es detectada muy rápido porque es crítica para la supervivencia, el juicio y la cognición moral.

¿Como se las arregla nuestro cerebro para facilitar de forma híper-veloz (en unas décimas de segundos) esta hipertrofia de la detección de conducta malintencionada?
Las neurociencias cognitivas no han provisto aun una repuesta clara. Sabemos que en estos procesos se activan diferentes áreas cerebrales (frontales y temporales) involucradas en la capacidad de inferir los estados mentales de otras personas (incluyendo la intencionalidad), la empatía, y otros aspectos de la cognición moral.
Sin embargo, hasta la fecha no se ha podido determinar qué región (o red) es crítica para la detección rápida de la intencionalidad de dañar. Los estudios de neuroimágenes (resonancia magnética funcional o tomografía por emisión de positrones) no poseen la resolución o precisión temporal para poder establecer que áreas o redes detectan en unos pocos cientos de milisegundos si una agresión fue intencional o accidental.
Por otra parte, los estudios de técnicas electromagnéticas, aunque sí brindan información temporal muy precisa, no cuentan con la resolución espacial para determinar fehacientemente que regiones son críticas para esta capacidad.

Para poder develar las bases cerebrales de la identificación de la intención de dañar, en un estudio liderado por el Dr Agustin Ibáñez y ejecutado por la ingeniera Eugenia Hesse (ambos del grupo INECO-CONICET-NUFIN) y diversos colegas del Hospital Italiano y otros centros de investigación, se indagó esta capacidad mediante registros intracraneales invasivos en humanos, que es una técnica excepcional: a algunos pacientes con epilepsia refractaria en los que no se puede detectar el foco epiléptico, se le colocan electrodos directamente a lo largo de múltiples regiones del cerebro, a fin de detectar dónde se genera la epilepsia y poder intervenir mediante cirugía.
Combinando técnicas de electrofisiología y neuroimágenes se puede saber la localización exacta de cada sensor, en el milisegundo exacto en que se produce una respuesta neuronal. Es una técnica exclusivamente implementada para curar al paciente. Pero debido a que los pacientes pasan muchos días con los electrodos en su cerebro, es posible investigar los correlatos cerebrales de diferentes aspectos mentales.
Estos registros constituye uno de los métodos más precisos de las neurociencias cognitivas en humanos ya que permiten determinar mejor que ningún otro donde y cuando el cerebro genera una actividad neuronal asociada a determinado proceso cognitivo. Constituye el único método de medición directa de la actividad cerebral en humanos. En palabras simples: nos permite mirar directamente adentro del cerebro cuando se está realizando alguna actividad cognitiva.

A estos participantes se les presentaron muchos videos (cada video duraba exactamente 1.7 segundos, en realidad son tres imágenes sucesivas que generan la impresión de movimiento). Se presentaban 3 tipos de situaciones  en las que una persona ejercía sobre otra:
(a) un daño de forma intencional (ejemplo: le golpeaba con un palo)
(b) un daño de forma accidental (ejemplo: accidentalmente e inadvertidamente le pegaba con una raqueta)
(c) una acción neutral (ejemplo: le pasaba un cuaderno).
Los participantes debían luego de ver cada video, indicar (mediante dos botones) si había ocurrido (o no) una intención de dañar a otra persona. Así, durante la tarea, se registró la actividad más de 115 áreas diferentes del cerebro.
De forma sorprendentemente sistemática, y en cada uno de los sujetos, una misma región del cerebro (la amígdala) respondía selectivamente cuando la acción implicaba una intención de dañar. Esto se observó de forma ultrarrápida, durante los primeros 200 milisegundos del video (y varios segundos antes de que los sujetos clasificaran la acción como intencional o accidental). Más aún, la respuesta selectiva de la amígdala a cada situación predijo si el participante iba a clasificar posteriormente dicha acción como malintencionada o accidental. En esta ventana ultrarrápida, solo la amígdala (entre cientos de regiones frontales y temporales) discriminó las acciones intencionales y predijo la clasificación que luego decidiría el sujeto varios segundos después.

Adicionalmente, usando técnicas recientes de conectividad cerebral que permiten establecer como se coordinan múltiples áreas cerebrales en una tarea, encontramos que la amígdala se comunicaba selectiva y tempranamente con diversas regiones frontales y del lóbulo temporal, durante la observación de acciones de daño intencional.

"La amígdala y sus redes frontotemporales son decisivas para la detección ultrarrápida de la acciones malintencionadas"

Así, este estudio evidenció por primera vez que la amígdala en humanos no solo procesa aspectos básicos como se pensaba hasta hace poco (como la emoción o el reconocimiento de objetos), sino también procesos de alto nivel como la detección temprana de la intención de dañar mediante un procesamiento rápido y un acoplamiento subsiguiente con diversas regiones frontotemporales. La coordinación de la información de la escena del video (el contexto de la acción que permite inferir si habrá o no una intención de dañar) con la acción específica del agente, fue indexada por redes frontemporales en las cuales la amígdala juega un rol crítico en el procesamiento ultrarrápido de eventos relevantes.

Este estudio determinó entonces que la amígdala y sus redes frontotemporales son decisivas para la detección ultrarrápida de la acciones malintencionadas, un proceso que es crítico para lacognición moral, la empatía y la llamada teoría de la mente (la capacidad de inferir estados, intenciones y creencias en las otras personas).
Estos resultados brindan la primer evidencia directa de que la amigdala no solo posee un rol básico en las emociones aversivas (ej., miedo) o en el reconocimiento de objetos, como fuera tradicionalmente propuesto, sino que esta forma parte de una red múltiple que procesa lasaliencia o relevancia de la información (social) e interviene en mecanismos de alto nivel.
Esto es justamente lo que se ha propuesto con una nueva   teoría (llamada “Many Roads View”) de la amígdala, que propone un rol crítico de dicha región en procesos cognitivos de alto nivel (relevancia social) más que puramente emocionales. De esta forma, este estudio da un paso adelante en la dirección de dicha teoría, al determinar que el área más critica para la detección de la (mala) intención es la amígdala (en acoplamiento con redes distribuidas), superando las limitaciones de los trabajos de neuroimágenes que no habían podido dar cuenta de este fenómeno, y abriendo un nueva área de investigación sobre el rol del procesamiento ultrarrápido de las redes cerebrales de la amígdala en procesos de alto nivel como la cognición moral.  

El Indec del Homo Sapiens

Arriba ese ánimo, José de San Martín: respire 15 veces de manera profunda, viva el presente (el presente de los siglos XVIII y XIX, se entiende), cultívese en el autoconocimiento. Y usted, Napoleón, baje un par de cambios, desarme sus pensamientos negativos, combata contra los ingleses con conciencia plena, disfrutando de cada instante. No deje que el ruido de los cañones lo estrese, duerma siete horas como mínimo, coma sano y abrace sus contradicciones.
Si la literatura de felicidad y psicología positiva hubiera estado vigente en los últimos dos siglos, éstos podrían haber sido algunos consejos para los héroes de antaño. Hubieran faltado, de todas formas, datos estadísticos: las series de medición de bienestar emocional tienen apenas cuarenta años, y es difícil saber el humor social para épocas anteriores con alguna variable sistemática.
Los académicos Thomas Hills, Eugenio Proto y Daniel Sgroi (todos profesores de psicología y de economía en la Universidad de Warwick, Inglaterra) encontraron una forma original de aproximarlo: aprovecharon los millones de libros indexados y digitalizados por el buscador Google Books para extraer a partir de ellos un análisis cuantitativo de palabras o expresiones que denoten determinados sentimientos. "El lenguaje está asociado a tipos específicos de sentimientos, y en grandes números pueden construirse índices que aproximan el bienestar emocional de una sociedad en un determinado momento", explican los autores.
Mientras que las mediciones de PBI datan de la década del 30 en los Estados Unidos, el índice de felicidad basado en libros listados por Google se remonta a 1776, con la declaración de la independencia, y se construyó para obras en inglés, francés, español, alemán e italiano. El índice que intenta, según los profesores de Warwick, describir una "contabilidad emocional de largo plazo", tiene picos y bajos con la euforia de los años 20, y con guerras y depresiones económicas.
No es la primera vez que se usa análisis de términos de Google para aproximar felicidad agregada. Según datos del "Google Misery Index" estableció que, para los Estados Unidos, Navidad y la víspera de Año Nuevo son los días más felices del año, en tanto que un miércoles de mediados de abril es el día más depresivo. Sentimientos de dolor y ansiedad tienen picos los lunes, de estrés y de depresión los martes, y de cansancio los miércoles.

A pesar de que las cuentas nacionales en un sentido moderno aún no cumplieron un siglo de vida, en los últimos años los economistas se las arreglaron para construir indicadores que se remontan a mucho antes, gracias a una mezcla de ingenio, nuevas herramientas econométricas, mayor capacidad computacional y otros avances tecnológicos. Hay ejemplos muy interesantes, locales y del exterior, de las andanzas de los economistas en la máquina del tiempo:
El Indec del Homo Sapiens:
en el sitio ourworldindata.org se ven intentos por construir series de ingreso per cápita muy aproximadas que se remontan a alrededor de un millón de años atrás (sí: un millón de años, y el economista detrás de esta iniciativa es un profesional muy conocido: Bradford De Long). Hay literatura de productividad detrás de los supuestos utilizados, y la conclusión es que el 99% de la riqueza acumulada se construye en los últimos 200 años.
Consecuencias de largo plazo: en la revista especializada Econometrica, Melisa Dell, de Harvard, publicó un paper donde demuestra que la organización laboral que se conoce como "mita" en Perú y Bolivia tiene consecuencias que llegan a hoy en materia económica. La mita comenzó en 1500 y fue abolida en 1813.
El experimento natural de Juan de Garay: el profesor de la Universidad de San Andrés Martín Rossi estudió en detalle los registros de propiedad de la Buenos Aires colonial para analizar un "experimento natural": luego de la fundación de la ciudad se asignaron en forma aleatoria terrenos para las familias. Aquellos que tuvieron la suerte de ganarse terrenos más cercanos al centro porteño tuvieron luego más chances de avanzar con éxito en la política local en los años siguientes.
Economistas y brujería: ya recibida de economista en Harvard, la joven Emily Oster se propuso investigar por qué se intensificó la quema en la hoguera de mujeres acusadas de brujería en Europa y América entre los siglos XIII y XIX. "Desde la historia se habían ofrecido varias hipótesis, como la búsqueda de fronteras morales más estrictas por parte de la Iglesia Católica, o epidemias de sífilis que provocaban enfermedades mentales en personas que por esto eran acusadas de brujería -cuenta la economista-, pero ninguna de ellas alcanzaba a explicar el fenómeno en toda su magnitud." Oster recurrió a datos de una disciplina reciente, que revoluciona el trabajo de los historiadores económicos: los estudios "paleoclimáticos", que con técnicas de análisis de barras de hielo y otras pistas son capaces de determinar la temperatura en siglos pasados con un altísimo grado de precisión. Se centró en un período que los paleoclimatólogos bautizaron como la Pequeña Era de Hielo, que se solapa a la perfección con el de la aceleración de la matanza de supuestas brujas. La menor temperatura hizo que se perdieran cosechas. Y los mares más fríos disuadieron a los bacalaos y otros peces de migrar hacia las aguas del Norte, con lo cual las poblaciones de esa zona de Europa perdieron su principal fuente de alimentación. Las hambrunas resultantes llevaron a buscar un chivo expiatorio: las brujas, a quienes se les adjudicaba, entre otros poderes, la capacidad de causar tempestades climáticas.
Todos a los botes... (del Titanic): en los últimos meses de 2009, el economista suizo Bruno Frey junto a Benno Torgler (profesor de la Universidad Tecnológica de Queensland, Australia) y un alumno de doctorado de Torgler, David Savage, publicaron varias prestigiosas investigaciones sobre el hundimiento del transatrántico Titanic y la influencia de variables como la edad, el género y la clase social sobre las chances de supervivencia de las 2207 personas que se salvaron. Los resultados detectaron que hubo poca caballerosidad al momento de tomar una decisión de vida o muerte y que se salvaron más hombres. La clase social explicó en buena medida las posibilidades de supervivencia de cada uno de los ocupantes del célebre barco.
La economía de Felipe II: el economista argentino Mauricio Drelichman estudió en la Universidad de San Andrés y en la actualidad da clases en British Columbia (Canadá) y en Pompeu Fabra (Barcelona). Su investigación de la economía de hace más de cinco siglos en España constituye la reconstrucción de las cuentas nacionales de un estado soberano para el lapso histórico más antiguo que existe actualmente: la de Castilla entre 1566 y 1596. Su investigación lo llevó a recorrer archivos oscuros y olvidados de España. Por ejemplo, para reconstruir una serie de precios para ricos de esa época encontró un inventario del valor de los alimentos que le daban a Juana de Castilla ("La Loca"), abuela de Felipe II, durante su cautiverio de más de 45 años en la casona-palacio-cárcel de Tordesillas. A la canasta de los pobres la pudo armar sobre la base de los registros de los "algunos hospitales", que dependían de la iglesia y donde daban abrigo y alimentos a los desamparados.

Tú también..., economista mío: Peter Temin, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, según las siglas en inglés), escribió sobre la economía del imperio romano. Utilizó datos sobre el contenido de ánforas descubiertas en naufragios de la época. Recurrió a la química molecular y pudo determinar cuál era el contenido de esas ánforas -vino, aceite, cereales-, mientras que la ubicación del naufragio suele sugerir qué ruta recorrían los barcos. Así reconstruyó las rutas comerciales y estimó tanto los bienes importados o exportados como su volumen.

martes, 29 de septiembre de 2015

¿En qué están pensando los filósofos?

Un revival de la metafísica y la corriente del "realismo especulativo" encabezan la renovación del pensamiento filosófico después del desencanto posmoderno

La escena de la filosofía parece hoy desolada si la comparamos con momentos de florecimiento del pensamiento como lo fueron la Francia ilustrada o la Alemania de Hegel y los románticos, cuando la filosofía tenía una potencia efervescente que animaba los debates entre pensadores, artistas, científicos e historiadores. El siglo XX aparentó agotar muchos de esos debates, lo que dejó para el siglo XXI la impresión de que la tarea del filósofo es cada vez más difusa.
En los últimos años del siglo XX un acontecimiento señaló cierta desesperanza de la filosofía. Una revista académica publicó un artículo del científico estadounidense Alan Sokal que no era más (ni menos) que un chiste. Sokal parodiaba allí una crítica de la filosofía francesa posmoderna a las ciencias naturales, apoyándose en el pensamiento de figuras como Gilles Deleuze, Jacques Derrida y Luce Irigaray. El discurso académico parecía haber encontrado en esa publicación una suerte de pelotero infantil donde expresarse con libertad e impunidad en el contexto de un escrito que pretendía ser de filosofía posmoderna, supuestamente liberada de esos protocolos viles. Sokal logró que se publicara este texto a pesar de tener una cantidad nauseabunda de notas al pie, referencias bibliográficas excesivas y un estilo de redacción que ninguna persona razonable soportaría más de cinco minutos.
Pero lo que buscaba criticar ese artículo no era el género discursivo de los artículos académicos, lo que hubiera sido más que adecuado y digno de celebración. De lo que se burlaba era del antirrealismo de los posmodernos, de su tendencia a pensar a los individuos como determinados por su contexto y por el discurso, inmersos en un juego de apariencias detrás de las cuales no hay ninguna realidad última. Sin embargo, el debate sobre el realismo y el antirrealismo no recibió mucha atención en ese momento, sino que se ha vuelto a activar recién en los últimos años.
La escena de la filosofía actual parece dividida en varias ramas, en las que las cuestiones metafísicas no tienen un lugar preponderante. Una de las corrientes importantes deriva del pensamiento nietzscheano y posnietzscheano, donde entran las ideas de autores como Michel Foucault y Gilles Deleuze. Friedrich Nietzsche fue el que declaró la muerte de Dios y de todas las verdades últimas en filosofía, así como también el carácter ficticio del yo. El sujeto, para Nietzsche, no es un sustrato que permanece, sino una ficción narrativa que hace creer que un grupo de estados "pertenece" a un mismo sujeto, es decir, se trata de una continuidad aparente entre meros fragmentos. Así, los estudios de género o la reflexión en torno a la animalidad, por ejemplo, buscan encontrar modos de pensar la subjetividad en una época en que la fragmentariedad y la pluralidad -tan enfatizadas por Nietzsche- se han vuelto fundamentales. En el marco de la filosofía política se debate en torno a la idea de comunidad, donde el problema consiste en determinar si es posible pensar comunidades cuyos integrantes no estén unidos por "lo común", es decir, aquello que los identifica, sino por la diferencia.
A esto se suma la producción de algunas de las grandes figuras de la filosofía europea contemporánea que siguen en actividad, como en el caso del italiano Giorgio Agamben, el alemán Jürgen Habermas y el francés Alain Badiou, o como el alemán Peter Sloterdijk y el esloveno Slavoj Zizek, que oscilan entre la filosofía y la crítica cultural. Por otro lado, la filosofía contemporánea de corte anglosajón se focaliza muchas veces en cuestiones como la relación entre filosofía y ciencias cognitivas, la bioética o el problema de la justicia, en la línea del filósofo estadounidense John Rawls.

Disputas sobre el pasado

La distinción entre estas dos corrientes, la "filosofía analítica" y "filosofía continental", la primera derivada del pensamiento anglosajón y la segunda del europeo, existe desde el siglo XX. El filósofo estadounidense Graham Harman explica que la tradición analítica tiende a pensar la historia de la filosofía en términos de "argumentos", mientras que la continental considera que esta reducción es una blasfemia y que se debe pensar en términos de proyectos filosóficos y de cosmovisiones originadas en distintas miradas sobre la realidad. La tradición analítica utiliza los "argumentos" que encuentra en la historia para pensar problemas contemporáneos, lo que en cierto modo los deshistoriza. Por el contrario, los filósofos de la tradición continental tienen tanto respeto por los pensadores del pasado que muchas veces la discusión de sus ideas apenas es más que una reseña bibliográfica.
No obstante, un punto en común entre estas dos tradiciones es que muchas veces se vuelve necesario, para ambas, establecer relaciones con otras disciplinas: así, la filosofía dialoga con especialistas en arte, psicoanálisis, ciencias sociales, ciencias naturales y otras disciplinas de las humanidades. En una época signada por la superespecialización, estos intercambios ofrecen un panorama esperanzador que acaso permita dejar atrás el aislamiento claustrofóbico que muchos campos de estudio padecen.
La metafísica no tiene un gran protagonismo en este panorama, pero ya en 2002 Harman pronosticaba un revival para ella en la filosofía de la Europa continental, donde se encuadra el reciente movimiento filosófico llamado "realismo especulativo". La editorial Caja Negra tradujo en la Argentina dos libros fundamentales de este nuevo movimiento filosófico: Después de la finitud, de Quentin Meillassoux, y Hacia el realismo especulativo, de Harman. Esta corriente busca recuperar el pensamiento especulativo y la reflexión en torno a los objetos, que fue dejada de lado desde la Modernidad.
En efecto, hacia fines del siglo XVIII las clásicas obras de Immanuel Kant generaron lo que de allí en adelante se denominaría "giro copernicano" de la filosofía: para conocer el objeto era necesario analizar el sujeto, ya que era su estructura racional la que determinaba la presentación de los objetos para nuestro conocimiento. La "filosofía trascendental" trataba de reflexionar sobre las condiciones de posibilidad de la experiencia, y no de la experiencia desnuda. El llamado "sujeto trascendental" era precisamente aquella estructura que hacía posible la experiencia.
En Después de la finitud, Meillassoux hace un recorrido por la filosofía desde Kant y afirma que la pregunta por la relación entre nosotros y el mundo se convirtió a partir de la Modernidad en "correlacional". Esta pregunta debía transformarse forzosamente en la pregunta por el mundo tal como es "para nosotros", bajo la perspectiva de que es imposible salir del pensamiento y reflexionar acerca del mundo "en sí".
El filósofo escocés David Hume se había preguntado ya en el siglo XVIII si era posible demostrar que a ciertas causas siempre le seguían los mismos efectos. En otras palabras, ¿de dónde proviene la necesidad de las leyes de la naturaleza? Hume había respondido que en realidad no había ninguna necesidad, sino que teníamos la costumbre de esperar los mismos efectos de las mismas causas, dado que la experiencia sólo nos daba información sobre el pasado y el presente, pero nunca sobre el futuro. Para Meillassoux, en cambio, hay de hecho una necesidad: la contingencia. Lo que siempre será necesario es el carácter contingente de las leyes de la naturaleza.
La posibilidad de un mundo sin un sujeto que lo piense está en la misma línea de la "ontología orientada a objetos" que propone Graham Harman. En Hacia el realismo especulativo, señala la necesidad de volver a ocuparse de cuestiones metafísicas como la sustancia y, especialmente, de volver a reflexionar sobre los objetos con independencia de un sujeto que los perciba. Esa necesidad está ya, para él, en un pasaje fundamental de El ser y el tiempo (1927) del filósofo alemán Martin Heidegger, donde se afirma que los objetos son usados antes de ser percibidos. Pese a que Heidegger ha sido considerado un héroe en la lucha contra la metafísica, Harman ve en él el pionero de una metafísica de los objetos.
Harman propone así un alivio de la "resaca trascendental" que sufrió la filosofía después de Kant, en consonancia con la perspectiva de Meillassoux. En lugar de ocuparse de la mamushka infinita de las condiciones de las condiciones de las condiciones de posibilidad de los objetos, la discusión debería estar centrada en ellos.
Es en este escenario, para Harman, donde el debate metafísico sobre los objetos debe resurgir en el contexto de la filosofía continental, cuando el antirrealismo parece haber obturado las discusiones sobre cuestiones metafísicas. Quizás el actual debate sobre realismo especulativo y el resurgimiento de la metafísica permita volver a reflexionar acerca de la tarea filosófica en nuestra era, y así recuperar la esperanza en la filosofía, cuyo debilitamiento bien supo manifestar Sokal con su gesto irónico.

jueves, 27 de agosto de 2015

The Lancet - Vivimos más años, pero convivimos con más enfermedad

Vivimos más años, pero convivimos con más enfermedad

Un relevamiento global concluye que aumentó la expectativa de vida, pero con complicaciones; el caso de la Argentina

Vivimos más años, pero no plenamente sanos. Un estudio internacional revela que la expectativa de vida al nacer creció 6,2 años en las dos últimas décadas, principalmente por los avances en el tratamiento de las enfermedades transmisibles y los cuidados maternos e infantiles. Sin embargo, la esperanza de vivir esos años de más sin complicaciones de salud o discapacidad no estaría a la misma altura, de acuerdo con los resultados que hoy aparecen en la revista The Lancet.
Las enfermedades asociadas con los hábitos cotidianos, como el tabaquismo y el sobrepeso, y la falta de promoción de la salud, son los principales factores que atentan contra una vida más larga y mejor, de acuerdo con los resultados del primer estudio global del impacto que tienen 306 enfermedades y lesiones en la expectativa de vida de la población de 188 países.
El relevamiento de registros epidemiológicos desde 1990 de los países estudiados demoró un año y medio. Lo hizo un consorcio internacional de investigadores que coordina el Instituto para la Medición y la Evaluación de la Salud (IHME, por su sigla en inglés) de la Universidad de Washington. Los resultados demuestran, por ejemplo, que las condiciones sociales y demográficas no influyen tanto en las enfermedades no transmisibles (como las cardiopatías o la diabetes) como en las transmisibles.
"Los análisis que incluyen a los ingresos y la educación demuestran que esos factores tienen un impacto importante en la salud, pero no dan un panorama completo. Observar la expectativa de vida sana y la pérdida de salud de cada país puede ayudar a orientar las políticas que garanticen que las personas de todos los lugares vivan vidas prolongadas y saludables, sin importar dónde residen", expresó a través de un comunicado el director del IHME, Christopher Murray.
De acuerdo con el estudio sobre la transición epidemiológica entre 1990 y 2013, el impacto del VIH/sida en la salud se redujo un 24% por los avances en su detección y tratamiento, sobre todo a partir de 2005. Pero la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que en la mayoría de los casos se debe a la exposición directa o pasiva al humo de tabaco, o la diabetes, por ejemplo, treparon para ubicarse entre las diez principales causas de pérdida de años de vida sana.
"El mundo hizo grandes avances en materia de salud, pero ahora el desafío es invertir en encontrar maneras más efectivas de prevenir o tratar las principales causas de enfermedad y discapacidad", sostuvo el profesor Theo Vos, investigador del IHME y autor principal del estudio llamado Carga mundial de morbilidad.

LA TENDENCIA EN EL PAÍS

En la Argentina, en estas dos décadas, la expectativa de vida sana creció lentamente. Mientras que, desde 1990, los hombres y las mujeres sumaron algo más de tres años a su vida (3,3 y 3,4, respectivamente), ellas siguen viviendo más que ellos: 79,6 versus 72,3, en promedio. Pero ambos ganaron menos años de vida sin enfermedad ni discapacidad: 2,9 los hombres y 2,8 años las mujeres, con hallazgos distintivos que valdría la pena conocer mejor.
"La expectativa de vida aumentó para los argentinos, pero no nos podemos detener en eso. No sólo queremos tener una vida más larga, sino también más saludable. Para eso, tenemos que mirar las enfermedades que están contribuyendo a la pérdida de salud, como la diabetes y la depresión", sostuvo la investigadora argentina que participó del estudio, Alicia Lawrynowicz, jefa a cargo del Departamento de Investigación Epidemiológica del Instituto Nacional de Epidemiología Dr. Juan H. Jara.
La cardiopatía isquémica (enfermedad de las arterias coronarias), la EPOC, la enfermedad cerebrovascular, la lumbalgia y el dolor de cuello, y los hechos de tránsito fueron en 2013 las cinco causas más importantes de pérdida de salud en los hombres. En cambio, en las argentinas, a la cardiopatía isquémica le siguieron el dolor de espalda y de cuello, los trastornos depresivos, la EPOC y la enfermedad cerebrovascular.
La diabetes, que no figuraba entre las diez causas más importantes en el país de disminución de la esperanza de vida sana en 1990, fue la que más creció entre los hombres en estas dos décadas. En las mujeres, la enfermedad que más se incrementó, en cambio, fue la EPOC, seguida de la lumbalgia y el dolor de cuello, y la ansiedad y la depresión.
"Si nos comparamos con Japón, estamos muy alejados [de la esperanza de vida sana alcanzada], pero en la subregión, con Chile y Uruguay, estamos bien posicionados", agregó Lawrynowicz por vía telefónica desde Mar del Plata sobre el puesto 45° que ocupa el país. "Retrocedieron las enfermedades transmisibles, pero van ganando terreno las crónicas o no transmisibles, que en la mayoría de los casos se deben al estilo de vida -dijo-. En este sentido, es clave la prevención y la promoción de la salud desde muy temprana edad."

DOS MARCAS EN LA LÍNEA DE TIEMPO

6,2
Años
Es lo que aumentó la expectativa de vida al nacer en la población mundial en el período 1990-2013, es decir, de 65,3 a 71,5 años, de acuerdo con un relevamiento internacional
5,4
Años
Es lo que creció la expectativa de vida sana (libre de enfermedad y discapacidad) en el mismo período (de 56,9 a 62,3 años)
37,3
Por ciento
Es lo que contribuyen los trastornos depresivos en la pérdida de la capacidad de las mujeres argentinas de tener una vida plena