Algunos autores del siglo XVIII pensaban que la religión tenía su origen en el fetichismo. Esta tesis tuvo una gran vigencia en el tiempo. Por ejemplo, Comte decía que el fetichismo era el culto que prestaban los negros de la costa de África occidental a cosas inanimadas o a animales, evolucionaba hacia el politeísmo, y éste, hacia
el monoteísmo.
Estas teorías y otras parecidas decían que el hombre primitivo es esencialmente racional, aunque sus
intentos para explicar los fenómenos desconcertantes sean toscos e ilógicos.
La Escuela del mito natural, escuela alemana, daba a entender que los dioses de la antigüedad,
y por implicación los dioses de cualquier lugar y época, no eran más que fenómenos de la naturaleza
personificados: el sol, la luna, las estrellas, el alba, la renovación primaveral, los ríos violentos, etc.
Todo conocimiento humano, referido a estas ocasiones al hombre primitivo, llega a través de los
sentidos. Sólo se podía pensar en el infinito una vez surgida la idea del mismo mediante metáforas y
símbolos.
contrarios a las teorías del mito natural, y tuvieron éxito cuando propusieron otros criterios. Herbert
Spencer(1) decía que el origen de la religión hay que buscarlo más en la creencia en los espectros en
lugar que en la creencia en las almas.
La idea de los espectros evoluciona inevitablemente hacia la de los dioses, espectros de los antepasa
dos remotos o de personas notables que se divinizan.
La teoría de Tylor sobre el animismo, procede de Comte y es parecida a la de Spencer, aunque resalta
La teoría consiste en dos tesis principales, de las cuales la primera da razón de su origen, y la segunda,
de su desarrollo. Las reflexiones sobre el hombre primitivo le llevan a la conclusión de que para
explicar todo esto es preciso postular la presencia o ausencia de cierta entidad inmaterial: el alma.
El alma, al poderse separar de aquello en que se aloja, puede considerarse independiente de su
morada material. Con todo ello se atribuyó al hombre primitivo una sistematización lógica fabricada
por el especialista y se puso ésta
como explicación de las creencias de aquél.
Al tratar la magia, a la cual distingue de la religión más por convivencia expositiva que por razones de
etiología o validez, también destaca el elemento racional de lo que llamó «...ese piélago de absurdos».
conjunto pasa, antes o después, por tres estados de desarrollo intelectual: de la magia a la religión y
de la religión a la ciencia, esquema que puede proceder de las fases de Comte (la teológica,
la metafísica y la positiva).
Dice Frazer que las inteligencias más agudas acabaron por descubrir, probablemente, que la magia
no conseguía de hechos sus fines, pero, como todavía eran incapaces de salvar sus dificultades por
medios empíricos y de enfrentarse a sus crisis mediante una filosofía refinada, caían en otra ilusión:
la de que existían seres espirituales que podían ayudarles.
En consecuencia, mientras que los practicantes de la magia y el científico realizan sus operaciones
con total confianza, el sacerdote las realiza con temor y temblor.
Este autor también proporcionó algunos términos clasificatorios como los de similaridad y los de
contacto, la magia homeopática o imitativa y la magia por contagio.
Estas teorías intelectualistas no pueden refutarse y tampoco pueden defenderse, por la sencilla razón
de que no existe testimonio alguno sobre el origen de las creencias religiosas. El gran progreso que
conoció la etnografía en las últimas décadas del siglo XIX y a principios del XX tiene su ejemplo, entre
otros, en Wilhelm Schmidt, que pensó que debía existir un estadio previo al animismo, un estadio de
mana en el que la idea de suerte, de lo fasto y lo nefasto, fuera el único ingrediente de lo que él llamó
lo supremo.
Andrew Lang señaló que el concepto de dios creador, moral, paternal, omnipotente y omnisciente se
encuentra entre los pueblos más primitivos del globo, probablemente debido a lo que solía llamarse
el argumento del designio, vale decir la conclusión racional, por parte del hombre primitivo, de que
el mundo de alrededor debe ser obra de algún ser superior. Las dos corrientes del pensamiento
religioso (animismo y monoteísmo) llegaron a unirse finalmente, una a través de las fuentes hebreas
y otra a través de las helenísticas, en el cristianismo.
Marett expresaba que en el hombre primitivo no son las ideas las que hacen surgir la acción, sino la
acción la que hace surgir las ideas. Los pueblos primitivos tienen la sensación de que existe un poder
oculto en determinadas personas y cosas, y de que la presencia o ausencia de esta sensación es lo
que separa lo sagrado de lo profano, el mundo de lo portentoso del mundo de cada día.
En su obra “Cultura primitiva” (1871) Tylor definió el animismo como la creencia general en seres
espirituales y lo consideró “una mínima definición de religión”. Afirmaba que todas las religiones,
desde las más simples a las más complejas, entrañan alguna forma de animismo. De acuerdo con
Tylor, los pueblos primitivos, es decir, aquellos sin tradiciones escritas, creen que los espíritus o
almas son la causa de la vida en los seres humanos; representan las almas como fantasmas, con
forma de vapores o sombras, las cuales pueden trasmigrar de una persona a otra, de los muertos a
los vivos, e incluso de las plantas, animales y objetos inanimados hacia otros individuos de su especie.
Al formular su teoría, Tylor asumía que la filosofía animística se desarrollaba en un intento de
explicar las causas de los sueños, los trances y la muerte, la diferencia entre un cuerpo viviente
y uno muerto, así como la naturaleza
de las imágenes que uno distingue en sueños y trances.
Las teorías de Tylor fueron criticadas por el antropólogo británico Robert R. Marett, quien afirmaba
que estos pueblos primitivos no podían haber sido tan intelectuales y que la religión debía haber
tenido un origen más emocional e intuitivo. Rechazaba la teoría de Tylor al respecto, de que todo
objeto era considerado como ser vivo. Marett pensaba que estos grupos primitivos debían haber
considerado algunos objetos dentro de su teoría como inertes y que probablemente consideraron
sólo aquellos objetos que tenían cualidades inusuales o que se comportaban de forma impredecible
o misteriosa durante su vida. Sostenía, además, que el antiguo concepto de vitalidad no estaba lo
bastante elaborado para incluir la noción de un alma o espíritu inherente al objeto. Los pueblos
primitivos trataban a los objetos que consideraban animados como si tuvieran vida, sentimiento y
voluntad propia, pero no distinguían entre el cuerpo de un objeto y un alma que pudiera entrar en
él o abandonarlo.
debía surgir del animatismo, el cual podía incluso convivir junto a creencias animísticas más
evolucionadas.
Para Marett, la magia es una actividad supletoria en aquellas situaciones en que faltan medios
prácticos para conseguir un fin; su función es catártica o estimulante y da al hombre valor, consuelo,
esperanza, tenacidad. Estas actividades supletorias pasan de ser sustitutivas a ser auxiliares de la
acción empírica sin perder su forma mimética, aunque en realidad sean repercusiones en vez de
imitaciones.
Como tampoco basta, aunque el dicho es divertido y tiene algo de verdad, afirmar (oralmente) que
para comprender la mentalidad primitiva no hacía falta ir a vivir con los salvajes, porque bastaba la
experiencia de una sala de estar de un colegio de Oxford. Ernest Crawley, un director de escuela,
afirmaba que el concepto de espíritu surge del alma que, en un estadio cultural posterior, pasa a ser
el de dios; pero está en desacuerdo con él en cuanto a la génesis de la idea de alma. La religión es,
por tanto, ilusión. En su obra “The Mystic Rose” sostiene que:
«Toda la constitución mental del hombre primitivo es religiosa o supersticiosa, y por ello la
magia no debe separarse de la religión.»
En su teoría, la religión primitiva equivale prácticamente al tabú, producto del miedo; los espíritus en
que creen los pueblos primitivos no son sino conceptualizaciones del peligro y del temor. Esta religión
es esencialmente un producto más del miedo del hombre primitivo, de su desconfianza, falta de
iniciativa, ignorancia e inexperiencia. A mayores peligros hay más religión, que por ello los estadios
de cultura más primitivos son más religiosos que los posteriores, y las mujeres, más religiosas que los
hombres, y también que Dios es producto de ciertos procesos psicobiológicos.
etnia al estudiar las diversas tribus amerindias de Estados Unidos de forma monográfica. La unidad
de base de la etnología en el estudio exclusivo de determinadas etnias, ha sido habitual entre
algunos antropólogos, que han creado así relaciones privilegiadas con los habitantes de una
determinada región o territorio. Se puede afirmar que:
La religión primitiva, según Lowie, se caracteriza por «...un sentido de lo Extraordinario, lo Misterioso
y lo Sobrenatural» que la respuesta religiosa es «...de espanto y temor y su fuente es lo Sobrenatural,
Extraordinario, Extraterrestre, Sagrado, Santo, Divino».
Para Malinowski, la magia difiere de la religión en que los ritos religiosos no tienen un objetivo
ulterior, pues su finalidad se logra en los propios ritos, tales las ceremonias de nacimiento, pubertad
y muerte. Psicológicamente son semejantes, porque la función de ambos es catártica.
Los hombres no saben lo bastante como para superar por medios empíricos las dificultades que les
acosan, y por ello recurren a la magia, actividad viaria, dando escape a esa tensión entre la
impotencia y el deseo que pone en peligro el éxito de sus empresas.
contraposición con las «creencias de la percepción», siendo éstas las del sentido común y la ciencia,
que están sujetas a la percepción sensorial y derivan de ella.
padres y madurez. Estas tres fases corresponden psicológicamente a las tres fases del desarrollo
intelectual del hombre: la animista, la religiosa y la científica.
La magia es una satisfacción de deseos mediante la cual el hombre se ve gratificado gracias a la
alucinación motriz y la religión es asimismo ilusoria.
(…)
La religión es, por tanto, una ilusión y Freud tituló su libro sobre el tema: “El porvenir de una ilusión”.
Antonio Chávez
Adaptado por Antonio. Documento original y autoría:
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